Echemos la culpa al software

El sistema de voto telemático del Congreso de los Diputados se basa en un método de doble confirmación, este sistema está pensado para reducir al mínimo los posibles fallos técnicos y asegurar que la persona que emite el voto está segura de lo que hace.

El proceso es el siguiente; los parlamentarios deben entrar en la intranet de la Cámara Baja identificándose con sus credenciales y buscar la iniciativa que se va a votar. Una vez dentro de esta, aparece una pantalla con tres opciones, diferenciadas además por color: sí verde, no rojo y abstención en amarillo.

Una vez emitido el voto aparece una segunda pantalla en la que le presenta el borrador de su voto y le pregunta nuevamente si está seguro de la opción que ha emitido. El parlamentario tiene que confirmar la opción elegida o, en el caso de que se haya equivocado, volver atrás para pulsar el voto que verdaderamente quería elegir.

Si sigue adelante, se genera un certificado digital con su elección que queda registrado en la intranet del Congreso.

El proceso tiene una tercer validación , la confirmación telefónica. En teoría, tras la emisión de los votos telemáticos y antes de la votación presencial en el Congreso, la Presidencia de la Cámara Baja, debe además verificar todos los votos emitidos a distancia mediante una llamada telefónica con el diputado en cuestión, según el reglamento de la Cámara.

Sin embargo los votos a distancia ya no se verifican por teléfono.

Alberto Casero se había equivocado antes, en otras dos ocasiones con anterioridad al emitir votos telemáticos: votó lo contrario que todos los parlamentarios de su partido en la tramitación como Proyecto de Ley por el procedimiento de urgencia del Real Decreto sobre la reforma laboral y en uno de los puntos de la moción del PP sobre la observancia constitucional del programa legislativo del Gobierno, según recogen las Actas del Congreso.

Echemos la culpa al software que no se puede defender y no a los dedazos que se equivocan por duplicado.

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