Digamos que la conciencia es la capacidad de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella, así como el conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones.
Que seamos capaces de definirla no quiere decir en absoluto que la entendamos, la ciencia no ha conseguido explicar hasta hoy que es o cómo se produce el efecto de ser consciente, cómo una materia orgánica puede tener la capacidad de darse cuenta de uno mismo y de su entorno.
El estudio de todo esto, aparte del la teología o la filosofía, corre a cargo de la neurociencia cuyas investigaciones han identificado una zona de la corteza cerebral que podría ser la puerta de entrada a la consciencia. Un estudio publicado en la revista Cell Reports en 2021 realizado por la Universidad de Michigan, detalla como los investigadores, procesando la información sensorial, sorprendieron al cerebro «abriendo la puerta» de la experiencia consciente de esa información. El fenómeno se produjo en la corteza insular anterior (AIC), que actúa como una especie de puerta que separa la información sensorial de bajo nivel, de la de nivel superior o consciente.
Otro actor en esta búsqueda es la física, los físicos parten de la base de que, si son capaces de describir el universo, también deberían poder explicar la consciencia, porque forma parte del todo. Cuando los físicos han estudiado los niveles más básicos de la materia a través de la mecánica cuántica, ha surgido la duda de si la consciencia tiene o no la capacidad de dar forma a la realidad en la que vivimos. Esto supone un paso más allá de la neurociencia y más cercano a la teología o la filosofía; Sugienren que fenómenos cuánticos, como el entrelazamiento o la superposición de estados, podrían explicar el surgimiento de la consciencia, ya que esos fenómenos estarían implicados en la actividad neuronal.
El físico Roger Penrose junto al anestesiólogo Stuart Hameroff, publicaron un artículo en Physics of Life Reviews en 2014, proponiendo que el sistema neuronal del cerebro forma una red intrincada y que la consciencia surge de ella siguiendo las reglas de la mecánica cuántica; es decir, sugieren que la consciencia surge como resultado de la ruptura de la superposición de estados en el que se desenvuelve, supuestamente, la actividad cerebral.
La superposición es la base de la mecánica cuántica, se trata del fenómeno que permite a dos sistemas físicos existir en dos estados o momentos diferentes al mismo tiempo. Pues bien, la ruptura de esa superposición de estados se produce cuando unos microtúbulos huecos presentes en las neuronas crecen y alcanzan una masa suficiente para romper el espacio-tiempo: así posibilitan que aparezca la consciencia, es lo qeu se conoce como «reducción objetiva orquestada» (Orch OR).
Refuerza esto un experimento, dirigido por Jack Tuszynski, de la Universidad de Alberta en Canadá, que estudiando determinados medicamentos descubrió que algunos los anestésicos hacen que la luz que brilla en esos microtúbulos se emita muy lentamente durante varios minutos, es decir, los anestésicos tienen la capacidad de activar y de desactivar la consciencia y pueden conseguirlo al incidir en los microtúbulos y alterar los procesos cuánticos a partir de los cuales, según esta hipótesis, surgiría o no la consciencia.
El descubrimiento de Tuszynski demuestra que los anestésicos acortan el tiempo que tardan los microtúbulos en volver a emitir la luz capturada. Tuszynski sospecha que esto puede apagar la consciencia en el cerebro y cuando vuelve la consciencia, los átomos de las neuronas implicadas emiten luz formando una reacción en cadena similar a la de una bomba nuclear: entonces la persona despierta de la anestesia.
Personalmente creo que habría que profundizar en este campo desde otros puntos de vista e iniciadores como las drogas o la hipnosis y ver si los cambios en la consciencia alterando los microtúbulos de las neuronas pueden cambiar y cómo cambian la percepción del mundo en diferentes sujetos y especies.
De momento solo hay una hipótesis del origen cuántico de la consciencia y, aunque es cada vez más probable hay que tomarla con reservas.