También conocidos como osos de agua, los tardígrados son unos animales microscópicos capaces de sobrevivir a casi todo. Soportan temperaturas que van desde casi el cero absoluto a los 150 grados, aguantan más de diez años sin agua ni alimento, resisten sin problema en las más profundas fosas oceánicas, no sucumben el vacío y no parece afectarlos la radiación espacial.
Los osos de agua existen desde hace unos 600 millones de años, pueden vivir hasta 60 años y se alimentan por succión de bacterias, algas, nematodos y otros invertebrados microscópicos. Fueron descritos por primera vez en 1773 por el zoólogo alemán Johann August Epheaim Goeze. Son animales invertebrados diminutos (los más grandes llegan a medir medio milímetro), de ocho patas, que habitan en todos los rincones de la Tierra, principalmente en musgos, líquenes o helechos. Son además capaces de entrar en un estado de metabolismo reducido denominado criptobiosis, que consiste en la suspensión de los procesos metabólicos mediante un proceso de deshidratacion.
El 11 de abril de 2019 una sonda israelí cargada con varios miles de estos seres se estrelló en la superficie de la Luna y ahora la biofísica madrileña Alejandra Traspas ha realizado un experimento para comprobar si han logrado sobrevivir.
El envío de tardígrados a la Luna no vulneró ningún tratado espacial, porque el satélite terrestre no entra dentro de los programas de protección planetaria que supervisan las naves enviadas a otros cuerpos celestes para evitar contaminarlos, por ejemplo, con bacterias o esporas, y que malogren la posibilidad de encontrar indicios de actividad biológica extraterrestre.
Pese a ello, el envío de osos de agua fue duramente criticado por numerosos científicos, muy sensibilizados ante el peligro de contaminación biológica del sistema solar por negligencias como la de la nave israelí, en la que también se enviaron muestras de ADN humano y 100 millones de células de diversos organismos. El envío de ese material biológico a la Luna se decidió sin el conocimiento de los responsables científicos de la misión.
Cuando ocurrió el accidente espacial Alejandra estaba elaborando su tesis de máster en la Universidad de Kent, entonces diseñó un experimento para comprobar si los tardígrados habían sobrevivido al tremendo choque.
Como si fueran proyectiles disparó los osos de agua con un arma de gas ligero de dos etapas a una velocidad muy superior a la de un disparo con pistola sobre una superficie similar a la de la Luna.
Alejandra publico en la revista ‘Astrobiology’ la conclusión del experimento: a casi un kilómetro por segundo, los tardígrados fueron capaces de resistir el impacto y de revivir.
¿Pudieron entonces sobrevivir al accidente?
Se ha demostrado que por encima de la velocidad del experimento (casi un kilómetro por segundo), los osos de agua se desintegran, por lo que es casi seguro que no pudieron sobrevivir al choque lunar, ya que, aunque la velocidad del impacto no fue tan elevada, la presión debió matarlos.
Alejandra Traspas, ahora realiza su doctorado en la Universidad Queen Mary de Londres, y está desarrollando nuevos experimentos que tienen importantes implicaciones para entender el origen de la vida.
La panspermia es una hipótesis sobre el origen de la vida que defiende que la vida viaja por el Universo sobre cuerpos celestes como los cometas o los asteroides hasta que chocan con algún planeta con las condiciones adecuadas para que esa vida se desarrolle.
Las conclusiones del estudio de la científica madrileña ponen en duda la posibilidad de que seres vivos sobrevivan tras el choque de un asteroide con un planeta receptor, aunque podrían registrarse impactos con condiciones adecuadas para la supervivencia de los tardígrados.
Uno de los efectos secundarios del estudio de Alejandra es que los osos de agua que sobrevivieron a los impactos a altas velocidades dejaron de reproducirse. La astrobióloga española quiere descubrir el motivo y si la situación es reversible.
Sobre la resistencia de estos animales hay más historia, por ejemplo, en septiembre de 2007, fueron colocados varios ejemplares en una sonda espacial lanzada por Rusia y la Agencia Espacial Europea (ESA) y sobrevivieron sin problema en el espacio exterior e incluso mantuvieron su capacidad reproductiva.
Otro estudio realizado en 2017 por investigadores de las universidades de Oxford y Harvard concluyó que los osos de agua podrían sobrevivir a casi todas las catástrofes astrofísicas, hasta alcanzar una esperanza de supervivencia como especie de 10.000 millones de años, mucho más allá que el ser humano. Este estudio propone que los tardígrados podrían soportar incluso el impacto de un gran asteroide contra la Tierra dando como posibles eventos que podrían destruirlos la explosión de una supernova o de rayos gamma muy cerca del Sol que hiciera hervir los océanos de la Tierra.
En 2012, otro estudio de investigadores japoneses, en colaboración con la NASA, concluyó que los huevos deshidratados de tardígrado sobrevivirían a viajes interplanetarios, lo que sugiere la posibilidad de que puedan eclosionar en otros planetas.
Es por tanto posible que existan otros seres vivos con similares características en algunos cuerpos celestes en el sistema solar: Marte, Europa (satélite de Júpiter) y Encelado (satélite de Saturno). En este sentido ya hay varias misiones espaciales intentando descubrir en ellos alguna forma de vida o indicios de que la hubo en algún momento.
Estudio de referencia: https://www.liebertpub.com/doi/10.1089/ast.2020.2405