Miquela Sousa, una chica de pelo moreno y pecas, tiene 19 años. Su familia son un hombre llamado Trevor y una mujer de nombre Sara. Dice ser música, viste ropa que marca tendencia e incluso se implica en causas sociales, por ejemplo en apoyo a la comunidad LGTBI o a los sintecho. Casi a diario cuelga posts en en Instagram donde expresa sus sentimientos y enseña su vida a los 1,3 millones de seguidores que tiene en la actualidad. Esto es lo qeu vemos en su perfil de Instagram, pero en realidad, Trevor McFredies y Sara Decou son los cofundadores de la start-up Brud. Y Miquela es un robot virtual creado por esta compañía. No es la única humanoide presente en las redes y el número creciente de seguidores de cuentas como la suya llama la atención sobre un nuevo fenómeno viral.
La cuenta de Miquela lleva dos años presente en Instagram. El avatar sale con ropa de marcas como Prada, Supreme o Diesel, a veces aparece en compañía de modelos y otros personajes de tendencia. Hasta existe un perfil en Spotify con algunas canciones asociado a esta humanoide. Ha sido también citada repetidamente en distintos medios, la revista Time la incluyó en el listado de los 25 personajes más influyentes en Internet de 2018.
En el pasado abril, la cuenta de Miquela sufrió un supuesto ataque por parte de un avatar llamado Bermuda, según reconstruyó la revista The Cute. Este segundo personaje, presuntamente creado por una compañía de inteligencia artificial que apoya a Donald Trump llamada Cain Intelligence, salió en posts desde la cuenta de Miquela en los que la insultaba y le espetaba a que declarara su identidad no humana. En los días siguientes, apareció un mensaje en el que Miquela confesaba que no era un ser humano y sus creadores eran los miembros de la compañía Brud. Tras este episodio, Miquela ha aparecido con frecuencia en sus posts junto a Bermuda. También ha salido en distintas ocasiones con el avatar de un personaje masculino llamado Blawko22, también creado por Brud. En este periodo, el número de seguidores de las tres cuentas no ha parado de crecer.
La compañía Brud aseguró en Instagram que es un colectivo de artistas de Los Ángeles especializado en la «creación y gestión de talento artificialmente inteligente». En un comunicado aparecido tras el supuesto ataque a Miquela, la start-up afirmó que había sido contactada por Cain Intelligence para crear el producto de inteligencia artificial más avanzado del mundo. Según esta versión, al descubrir que el objetivo de esta compañía era crear un objeto sexual, Brud robó el prototipo de humanoide y desarrolló a Miquela, un robot «vivaz, valiente y bueno» programado para sentir empatía con los seres humanos. Brud pidió disculpas por no haber quitado antes todas las dudas sobre la naturaleza de Miquela. En la página web de Cain Intelligence apareció una nota donde se descartaba que la compañía hubiese participado en la creación del personaje. El entramado de relaciones entre estos personajes virtuales y sus creadores tiene ingredientes de ciencia-ficción.
Todavía es temprano para entender si usar humanoides para la promoción de productos comerciales puede ser una estrategia rentable a larga escala.
No todos los seguidores de cuentas de personajes como Miquela son conscientes de que no se trata de un ser humano, pero que lo que busca la gente es entretenimiento, y da igual que sea un robot o una actriz. Para Ana Maestre de Okiko Talents, no dejar claro que un personaje es un robot «no es legítimo y no debería hacerse si el objetivo es engañar, entre otras cosas porque sería establecer un perfil inalcanzable como algo real a lo que aspirar y eso puede ser muy dañino».
La regulación de las actividades lícitas en Internet todavía tiene muchos vacíos legales. En muchos casos, es difícil identificar el tipo de relación comercial existente entre socios que desarrollan sus negocios en la red.