Eliza, el primer bot conversacional de la historia

Más que Futuro y Tecnología esta vez vamos a viajar al pasado.

¿A qué hora es el partido? ¿Llueve hoy? ¿Que estrenan en el teatro?. Son algunas  de las preguntas que puedes hacer a tu asistente de voz hoy en día. Aunque conversar con una máquina pueda parecer un avance relativamente reciente, la realidad es que el primer programa diseñado para responder de forma automática y coherente a nuestras preguntas fue inventado hace más de 50 años.

Siri, Cortana, Alexa, Echo fueron su herencia, este primer programa conversacional de inteligencia artificial tenía también nombre de mujer, Se llamaba Eliza, en honor al personaje Elsa Doolittle de la obra Pigmalión (George Bernard Shaw), que con ayuda de un profesor se transforma en seis meses de una vendedora callejera a una dama de la alta sociedad.

Eliza. el programa, nació en Estados Unidos en 1966. Ideado por Joseph Weizenbaum,  profesor de informática del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que quería hacer una parodia de las preguntas que hacían los psicólogos seguidores de la  terapia centrada en el cliente a sus pacientes.

Eliza debía conversar (de forma escrita) con su interlocutor dando la sensación de que lo escuchaba  y  empatizaba con sus problemas e inquietudes. Para lograr una conversación no robótica, lo más semejante posible a un diálogo entre dos seres humanos, Eliza se valía de varios recursos.

Reconocia palabras clave, para luego hacer preguntas referidas a dicho tema.  Por ejemplo, cuando el interlocutor mencionaba en su discurso la palabra padre o madre, Eliza reconocía que estaba hablando sobre la familia y luego hacía preguntas relacionadas con esa cuestión.

Tenía almacenadas frases hechas sobre una variedad de temas, que utilizaba al reconocer palabras clave, así como frases empáticas y de continuidad, por ejemplo: háblame más de eso, continúa, etc. Estas frases siempre resultaban útiles para dar la sensación de estar mostrando interés y hacer que el sujeto continuara hablando como si estuviese manteniendo una conversación real.

Si no encontraba palabras asociadas en su base de datos, echaba mano de frases comodín como ¿Por qué dices eso? o ¿Estás seguro? y otras combinaciones de palabras similares.

Otra técnica que tenía programada Eliza y que se utiliza mucho por los psicoterapeutas, es dar vuelta la frase que uno le decía y repetirla, transformándola en pregunta.

Veamos un ejemplo de un diálogo entre un interlocutor y Eliza:

Eliza: Soy la psicoterapeuta. Por favor, descríbeme tus problemas. Cada vez que termines de hablar, escribe RET dos veces.

  • Interlocutor: Soy infeliz.
  • Eliza: ¿Te sientes infeliz con frecuencia?
  • Interlocutor: Sí.
  • Elisa: ¿Puedes desarrollarlo más?
  • Interlocutor: Demasiado trabajo.
  • Elisa: ¿Por qué dices mucho trabajo?
  • Interlocutor: Estoy trabajando demasiado.
  • Elisa: Antes dijiste que te sentías infeliz.
  • Interlocutor: Sí.
  • Elisa: Me gustaría que continúes hablando.

Aunque el programa conseguía el efecto de una conversación fluida tenía sus limitaciones.

  • Era incapaz de memorizar
  • No podía aprender de sus conversaciones.

Aún así, y a pesar que se explicó a los usuarios cómo el programa funcionaba para dar con las respuestas adecuadas, estos asumían que Eliza los comprendía y algunos llegaban incluso a contarle al programa sus problemas e intimidades.

10 años después, Weizenbaum compartió sus experiencias con Eliza en un libro, Computer Power and Human Reason «El poder de las computadoras y la razón humana», en el que dejo ver su ambivalencia sobre esta tecnología y expuso que nunca deberíamos darle a las computadoras el poder de tomar decisiones importantes, ya que carecían de cualidades humanas fundamentales como la compasión y la sabiduría.

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